lunes, 9 de septiembre de 2013

La falacia de la ventana rota

Después de haber otorgado la organización de los JJOO del 2020 a Tokio, y haber escuchado muchísimas opiniones me han recordado algunas de ellas a la historia de "la Falacia de la ventana rota" y es como si el acto vandálico se hubiera producido, ahora depende de nosotros ver aquello que no se ve, y quizás sea el momento de escribir la historia de las dos historias.
Frederic Bastiat en su ensayo "Lo que vemos y lo que no vemos" nos permite reflexionar sobre los costes escondidos.
Para quien no conozca la falacia de la ventana rota es esta:
Un muchacho, rompe la ventana de una panadería.
Algunos  curiosos comentan lo sucedido y exponen que después de todo, esta desgracia puede tener su lado positivo: significará un beneficio para algún cristalero.
No cuesta mucho y  además, si los cristales nunca se rompieran ¿Qué sería con las cristalerías?
El cristalero tendrá más dinerito para gastar en otras cosas y su vez hará que otros gasten esos dineritos y así sucesivamente.
La "ventana rota", va “generando dinero y empleo en forma de espiral” y la gente concluye, que el muchacho lejos de ser una amenaza pública, se ha convertido en un benefactor social!.
Hasta aquí la historia, pero hay otra visión.
La gente estaba en lo cierto al menos en algo: la ventana rota implicará más beneficios para algún cristalero,gracias al acto vandálico.
Pero ¿Qué sucede con el panadero? Que tendrá menos dinero para gastar, por ejemplo en comprar un traje nuevo.
Debido a esto, se quedó sin su traje (o cualquier otra cosa). 
Si pensamos en el panadero como miembro de la sociedad, ha perdido la posibilidad de tener un nuevo traje, es decir que en este sentido “se ha empobrecido” (carece de algo que necesitaba).
El beneficio que obtiene el cristalero, no es otra cosa que la pérdida que tiene ahora el sastre. Ningún nuevo  "empleo"  ha sido creado.
Solamente se pensaba: el panadero y el cristalero. Se olvidaron de la 3ª parte: el sastre.
Ese olvido se debe precisamente a que el sastre nunca entró en escena.
La gente verá la nueva ventana colocada al día siguiente. Lo que nunca verán es el traje nuevo, simplemente porque nunca será confeccionado. Ven solamente lo que es inmediatamente visible a sus ojos.
Al final de todo el razonamiento Bastiat llega a la conclusión que "es la sociedad la que pierde el valor de los objetos inútilmente destruidos"
 
 

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